jueves, 20 de junio de 2013 | Por: Pedro López Ávila

NUESTRO SISTEMA COMPETITIVO


Albert Sesma - www.galeriadeartelazubia.com

Me desagrada, no saben cuánto, que en esta sociedad, en los momentos que estamos, la máxima de los gobiernos y especialmente en el nuestro no exista mayor preocupación que la reducción del déficit público y como consecuencia la disminución de funcionarios al coste que sea.

Vamos, como si los médicos, maestros, profesores y fuerzas de seguridad del estado (entre otros muchos) fueran los responsables de los saqueos a los que ha sido sometido nuestro país de forma tan traicionera como impía.

Claro, que como los que se han apoderado de los honores grandezas y, sobre todo, riquezas y bienes, no las han devuelto ni tienen intención de hacerlo y mucho menos les van a obligar las propias leyes, que siempre tienen un germen truculento, me temo que después de poner a millares de médicos y profesores en la calle se seguirá tirando del hilo hasta poner en el punto de mira a los pensionistas.

Independientemente de los latrocinios que han cometido muchos de nuestros dirigentes públicos, cuya avidez no tiene meta establecida, no estaría nada mal hablar también de algunos aspectos de nuestro pueblo ante el sistema productivo, basado en la competitividad, nos guste o no, pero es el que tenemos.

El otro día fui a comprar una simple lata de pintura a las diez de la mañana y me encuentro con el establecimiento cerrado y con un cartel que decía: "Estoy desayunando. Vuelvo en veinte minutos" Parece hasta gracioso. Como es evidente, uno no sabe qué hacer ante situación semejante, pues puede haber salido el propietario o empleado (para el caso es igual) en el momento en que uno ha llegado, con lo que estaría esperando en la puerta veinte minutos españoles o pudiera ser a la inversa, que esté a punto de regresar el menda. Esperé cinco minutos y me marché como llegué: sin lata de pintura.

Esto, que en cualquier país desarrollado podría ser considerado como chiste, es profundamente habitual en nuestro país y especialmente en nuestra ciudad. Quizá no de forma tan explícita diciendo en dónde se encontraba el personaje en cuestión, pero es muy frecuente observar cartelerías semejantes en los comercios que van desde "vuelvo en cinco minutos", insisto minutos españoles, a "no tardo" o "ahora vuelvo"; más ambiguo aún.

En este estado de cosas, yo no vería del todo muy mal, aunque mal esté, que cuando se pusiera el cartel, se indicarán algunos datos más. Por ejemplo, "estoy desayunando y leyendo el Marca", o estoy desayunando con la dependienta de la lencería fina". Pues, muy bien. Ya sabe uno el tiempo que tiene que esperar, es decir, ninguno.

Cuando Larra en su artículo "vuelva usted mañana" publicado en 1833 insinuaba que los españoles no comían, porque había que llevarse la comida a la boca, desdiciéndolo por su generalización, creo que conocía muy bien el temperamento y carácter español.

Si bien es verdad que el tema abordado por Larra, se refería especialmente a la lentitud de la burocracia española (pesada, compleja y desesperante), absolutamente vigente en nuestra realidad actual, no es menos cierto que también su intención fue retratar a una serie de personajes representativos de la sociedad en España en general.

Así que, se nos caen los palos del sombrajo, cuando vemos ciudades como Estambul, en los que la actividad comercial es tan agresiva, frenética y competitiva, durante todos los días de la semana, que sería inconcebible que los ciudadanos turcos pudieran asimilar o al menos comprender la famosa frase de Larra "No hay negocio que pueda hacer hoy que no deje para mañana".

Cuando los que tienen que dar ejemplo de esfuerzo, como en estos casos, son los propios propietarios de los establecimientos, nos muestran su enorme grado de apatía y su apoltronamiento en momentos como los que vivimos, no hacen otra cosa, sino fomentar la desidia entre sus propios empleados. Pero, al parecer, este mal ha sido crónico durante muchos siglos en nuestro sistema productivo en un importante núcleo de la población.

El estado de bienestar y las conquistas sociales no deben confundirse con la ociosidad y la apatía. No se pueden cerrar las puertas de los negocios, en una sociedad de consumo, cuando más transeúntes hay en la calle, aunque sea sábado por la mañana o por la tarde, para no ser menos que algunos funcionarios. Hay que reinventar fórmulas nuevas que estimulen al trabajador en este sistema competitivo, con comportamientos empresariales que supongan no dejar el negocio que se pueda hacer hoy para mañana.

Así, cada día es mayor el número de "ricos" necesitados y apurados con más problemas que aquellos que son simplemente pobres, al no haber sabido adaptarse y a entender que el valor de las cosas consiste en su utilidad. Y es la compra, justamente, lo que da valor a lo adquirido y al propio sistema de competitivo, que por mucho que nos pese a algunos, no existe otro por el que sustituirlo, si queremos salir de esta.

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domingo, 16 de junio de 2013 | Por: Pedro López Ávila

PRESENTACIÓN DE CARMINA LUCIS



El pasado día 5 de junio se presentó el libro "Carmina Lucis" de Jesús Amaya Vigil  en la Sala Cultural Nueva Gala de Granada. La presentación del poemario corrió a cargo del pintor hiperrealista Francisco Trigueros. He aquí algunos testimonios gráficos de Antonio Arenas, periodista del diario IDEAL  de Granada, perteneciente al Cuerpo de Maestros y al CEP.

http://jesusamaya.blogspot.com.es/2013/06/fotos-de-la-presentacion-de-carmina.html

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miércoles, 12 de junio de 2013 | Por: Pedro López Ávila

ESTO VA PARA LARGO


Galán Polaino - www.galeriadeartelazubia.com

¿A quiénes creen que van a convencer aquellos que antes decían que ya se observaban brotes verdes en nuestra economía o los que dicen ahora que el pesimismo está en retirada? Estimo que a los incautos que no ven la realidad más allá de los que ven al mundo por el agujero de un canuto. Pero de todo esto lo que más me entristece es que unos y otros tienen sus palmeros, antiguamente eran lacayos, y no tienen otra solución que aplaudirlos y creérselos.

¿Qué se consigue llenando de fantasía e irrealidades a la imaginación de los demás, a base de infundadas esperanzas, si luego les dejamos vacío el entendimiento y la conciencia? No nos dejemos caer fácilmente y tan hondo en brazos de los demás que anulemos nuestras fuerzas.

Ya sabemos que la confianza es un elemento fundamental para la economía, pero la confianza debe tener siempre algún asidero en el que fundamentarla. No vale sin argumento alguno y sin rigor el empleo de frases grandilocuentes, cuando la realidad de la miseria y de la pobreza se impone antes nuestros ojos.

¿Acaso la gente sabe que en la actualidad más de 8 millones de personas en Alemania del Oeste ganan unos 11 euros por hora y que en el antiguo territorio germano oriental el sueldo mínimo es de 8 euros por hora?

Pues bien, si esto sucede en una de las economías más saneadas de la U.E. en donde ya se están produciendo desequilibrios importantes en cuanto a la distribución de la riqueza ¿qué podemos esperar de países como el nuestro con tasas de paro próximas al 30% de la población activa?

Sinceramente, por naturaleza y hábito soy dado al optimismo y no quisiera atormentar más aún con mis pensamientos y opiniones a nadie, pero lo que no me gusta es que me vendan motos y mucho menos que a espíritus con poco conocimiento se les pueda albergar juicios en donde se sabe que no existe un contrapeso, es decir, sin capacidad crítica y analítica; pues ya nada tendrá que ver para sucesivas generaciones desde el punto de vista de la economía doméstica la realidad que tendremos que soportar.

Además, nuestros políticos ensoberbecen cuando llegan al poder, y en lugar de aprovechar las ideas que les pudieran ofrecer las minorías y extraer conclusiones parlamentarias de los otros grupos, sólo intentan hacer gala de las suyas, esforzándose de una manera enfermiza más en soltar su mercancía que en adquirir algunas ideas de los demás que pudieran enriquecer un trayecto común que redundaría en beneficio de todos. El silencio en la escucha y la modestia no son, por consiguiente, virtudes por las que destaquen nuestros políticos, muy convenientes e importantísimas para lo que ellos mismos denominan negociaciones.

Así las cosas, con la obstinación y la confrotación, me parece a mí que esto va para largo. Pero, bueno, esto es así en nuestras democracias el que manda es porque que ha recibido legítimamente el poder a través de las urnas y por tanto manda, al parecer como quiere, puede o lo dejan.

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