jueves, 21 de marzo de 2013 | Por: Pedro López Ávila

NUEVO FORMATO


Juanma y Alberto

Un buen día empujado por mi hijo, Alberto, alentado por mi amigo informático, Juan María Mouliáa y animado por el excelente pintor Andrés Rueda, me propusieron la creación de un blog, al que ya me había negado en reiteradas ocasiones, fundamentalmente, por los inconvenientes que conllevan el manejo de estas modernas herramientas tecnológicas, que no son ajenas a mi torpeza natural.

Por otro lado, pensaba yo, que toda la vida había vivido sin necesidad de contar extrañas intimidades públicamente en un medio como este y, a decir verdad, me había ido bastante bien. Por tanto, la idea no sólo me parecía alejada de mis costumbres y de mis principios, sino que iba a necesitar demasiado apoyo de terceros para llevarla a cabo, circunstancia que me parecía bastante enojosa, pues no hay cosa que más deteste que el necesitar a los demás para cosas poco importantes.

Al cabo de tres años, me he peleado con el ordenador, lo he maldito, me ha sacado de mis casillas, me he dado cabezazos, me ha quitado horas de sueño, me ha hecho un higa con el dedo índice y, por fin he llegado a la misma conclusión de mi hijo, Alberto: "no sé cómo te las arreglas que eres capaz de desarmar al WORD. Te pasan cosas que no le ocurren a nadie".

El caso es que en la actualidad, a pesar de todo, he encontrado en este blog una nueva forma de transmitir, de expresar opinión libremente, de obligarme a tratar temas de actualidad como me da la gana, de denunciar a los avariciosos, de reconocer a los desposeídos, de reconocerme mejor y de saber que desde cualquier rincón del planeta, al menos, pueden otros leer sentimientos, opiniones y comentarios de Arte y de Literatura (sin excesos de academicismos), que emanan del espíritu.

Hoy, al cambiar el formato (en el que no he colaborado en nada), confeccionado como han deseado tanto Juan Maria Mouliáa como mi hijo, Alberto, quiero expresarles a los dos, en esta primera entrada, mi gratitud; a la vez que deseo que tengan la convicción de que sabré valorar el cariño y toda la ayuda prestada en estas nuevas hechuras del blog para que siga "navegando" por la esperanza de la palabra.

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martes, 5 de marzo de 2013 | Por: Pedro López Ávila

LA INVOLUCIÓN DEL HOMBRE ACTUAL


ANTONIO CAPEL www.galeriadeartelazubia.com

Decía Plinio en su Historia Natural que no hay nada cierto más que la incertidumbre, y nada más soberbio que el hombre.

La facilidad y la bonanza económica de la que hemos venido disfrutando, durante mucho tiempo, no nos ha hecho reparar que no hay bien, ni razón ni gloria que no tenga siempre su contraria.

La facilidad y la permisividad en las familias y en la escuela ,con la que se han educado varias generaciones han dado como fruto la falta de esfuerzo y que en nuestros espíritus en momentos tan importante de nuestra historia, como los que estamos viviendo, se engendren hartazgo, poca capacidad creativa y generativa de ideas, y así, nos encontramos frecuentemente con gentes que, incluso conducen la vida pública, profundamente mediocres, torpes, toscos, estúpidos, cansados y medio atontados.

No hemos sabido transmitir que la dificultad es lo que da valor a las cosas conseguidas y que para superar las dificultades es necesaria la perseverancia, pues de lo contrario viviremos instalados más en la reivindicación que en la generosidad, en la exigencia que en la comprensión o en la indiferencia que en la crítica y autocrítica.

No hay nada que agudice más el ingenio que la dificultad y la escasez. Dos circunstancias que nos han llegado prácticamente de la noche a la mañana sin que haya existido más falta por nuestra parte que el jugar a ser todos ricos con poco esfuerzo. Juego que, sea dicho de paso, nos han enseñado los banqueros y el propio sistema financiero, con el apoyo y el ejemplo de nuestros dirigentes.

El propio sistema ha ido empujando al hombre a no saber distinguir lo prescindible de lo imprescindible, hasta tales extremos que hemos llegado a no valorar y pasar por alto todo cuanto está a nuestro alcance, para correr tras lo que no se tiene hasta alcanzarlo, y valorarlo sólo cuando se pierde. Ya lo decía Machado: "se valora lo que se pierde".

Y así, cuando perdemos la salud, tanto más fuertemente nos abrazamos a la vida con más apego y hasta esta se ve de otra manera, pues es la propia naturaleza la que se encarga de bajarnos del pedestal de barro; lo mismo sucede cuando vemos peligrar nuestros bienes y tememos vernos privados de ellos. Vamos, como si cuando muriéramos pudiéramos llevarlos adheridos en la caja de difunto.

El hombre actual ha llegado a tal estado de desajuste existencial, que cuando se ha visto privado de sus ficticias posesiones, pues en la inmensa mayoría de los casos pertenecía a la usura bancaria, no ha llegado a comprender el verdadero sentido de su existencia. se ha visto embargado por la angustia, la desesperación y la impotencia más extrema.

No nos han enseñado el sentido de la vida, del hombre y de su finalidad en el mundo; por el contrario, nos han dirigido por las veredas que conducen a la esclavitud de un sistema que hoy hace aguas por todas partes.

José Luis Pinillos, Miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas en su libro "La mente Humana" justifica que nuestra evolución espiritual se encuentra en estadíos muy primitivos y que nunca ha ido de forma paralela en su desarrollo a lo empírico y a lo tangible.

Cuántas cosas ven nuestras almas sin percibirlas, cuando tenemos la mente ocupada en asuntos plenamente relacionados con lo material, con lo racional y lo pragmático.

Hoy día, existen teorías que aseveran, que a pesar de los vertiginosos avances técnicos-científicos del hombre actual, su proceso involutivo es un hecho contrastable por su menor capacidad de adaptación al medio que es cada vez más lenta y menos intuitiva ante la adversidad.

Se ha llegado a decir que si pudiésemos extrapolar a un hombre de nuestra época, de un coeficiente intelectual medio, a la época clásica griega este sería el tonto del pueblo; y a la inversa, si viviera hoy entre nosotros un hombre con coeficiente intelectual también medio de la época helenística, sería el mayor de los superdotados.

No deja de ser una teoría, pero a mí me basta con acercarme a Demóstenes y compararlo con cualquiera de los parlamentarios del planeta para sacar mis conclusiones.

Claro, que ya hemos procurado que cuando se hable en la escuela de Demóstenes, Sócrates, Platón o Eurípides, por ejemplo, nos digan los alumnos que a ellos les trae al pairo esos tíos muertos.

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