miércoles, 21 de noviembre de 2012 | Por: Pedro López Ávila

LA NUEVA INMIGRACIÓN


ALBERT SESMA - www.galeriadeartelazubia.com

Trato de mantener en reposo mi espíritu y mi pensamiento, pero no sé por qué todos los días se difunde en los medios de comunicación alguna noticia que desmadra mi estado anímico, cuando observo que traicionamos y ocultamos con continuas contradicciones lo que creemos, a costa de desmentirnos a nosotros mismos.

Después de todo el revuelo que se produjo con la regularización de cientos de miles de inmigrantes en el 2005 por el gobierno de Zapatero, que contó con la oposición no sólo de P. P., sino de algunos países vecinos como Francia o Italia u otros con menos grado vecindad como Alemania, el mandamás de la Unión Europea, ahora resulta que el actual gobierno de nuestra nación pretende ofrecer la residencia española a todo aquel que compre un piso por valor igual o superior 160.000 euros.

Yo comprendo que todo gestor público está sujeto a inciertas y diversas interpretaciones, pues lo juzgan demasiadas cabezas, pero si antes entendían nuestros socios europeos y gran parte de nuestra población que España se había convertido en la puerta abierta de Europa de cayucos y pateras, además de por tierra y aire y, por consiguiente, se había desencadenado un efecto llamada a la inmigración; no sé qué se podría inferir de esta nueva Ley que se pretende aprobar próximamente.

El caso es que el que tenga 160000 pavos podrá residir tranquilamente en nuestro territorio nacional, siempre y cuando compren una vivienda. Vamos, como si fuéramos tontos y no supiéramos todos quiénes son los que dispondrían al alcance de su bolsillo de esa calderilla necesaria para gozar de la ciudadanía española a todos los efectos.

Lo peor de todo esto es que cuando se dice que la soberanía nacional de nuestra patria está en peligro, corre el riesgo de ser tratado de xenófobo, fascista, racista y cuantos improperios y descalificativos quieran a uno asignarle, por el uso indebido que ha hecho la progresía del término.

Pero bueno, de entrada diré que independientemente de las interpretaciones que cada uno quiera darle al vocablo patria, por otro lado de difícil definición, se debe saber que guarda connotaciones de familia, religión, cultura o formas de interpretar el mundo, entre otros mucho matices semánticos. Bastaría con echarle una ojeada a nuestra historia literaria para observar cuántas veces es utilizado por las mentes más lúcidas y brillantes del pensamiento español desde la época moderna a nuestros días.

Recuerdo, por otra parte, en un programa de TV, que se llamaba "tengo una pregunta para usted", cuando alguien del público preguntó al Sr. Rajoy, que estaba en la oposición por aquel entonces, que por qué se oponía su partido a la regularización de los inmigrantes. A lo que el Sr Rajoy respondió que cuando en una casa cabían un número determinado de personas no se podían meter más por simple lógica.

La sensatez de la respuesta me parece ahora que se desdice con la nueva ley que pretende aprobar, cuyo único objetivo es llenar los millones de pisos vacíos que existen en España, y donde antes no se cabía, ahora sí se cabe. Todo es cuestión de entender el efecto llamada al son de unas trompetas más débiles o potentes.

Yo, que a pesar de todo, me considero ciudadano del mundo, que me doy a los asuntos que tengan que ver con la libertad, no podría elegir el lugar del mundo, que me apeteciera para vivir más que con un visado de turista, cuya duración máxima es de tres meses, salvo en algunos países que obteniendo un contrato de trabajo (como antes en España), pudiera legalizar mi situación en patria extraña.

Ahora con 160000 euros encubrimos la realidad, traicionamos y ocultamos nuestro pensamiento, buscamos madrigueras en la falsedad y no guardamos la gratitud a ese pueblo o patria que empleó los medios que en sus manos tuvo para gratificarnos en un modelo cultural desde antes de nacer.

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sábado, 17 de noviembre de 2012 | Por: Pedro López Ávila

EL AMBIENTE CULTURAL EN ESPAÑA


Joaquín Ureña - www.galeriadeartelazubia.com

Si hurgamos un poquito en el interior del hombre actual, cada día que pasa uno entiende más y mejor los desajustes vivenciales en los que vive sumido el hombre de nuestro tiempo. No nos importa tanto nuestra existencia como el conocimiento público que se tenga de ella. La brillantez intelectual apenas si tiene sentido, si no se exhibe ante la mirada y la aprobación ajena. No digamos ya cómo se esfuerzan, papel en mano, nuestros oradores en los parlamentos que responden a las interpelaciones o preguntas de los adversarios políticos con lo que ellos llevan escrito desde casa, tenga que ver o no con lo preguntado, pero cuentan de antemano con el aplauso de la bancada del grupo al que representan. Escritos, por otra parte -digámoslo claro- torpes, inservibles e insoportables.

Yo tengo la percepción de que cada día se lee menos y por tanto nuestra riqueza lingüística, nuestra competencia comunicativa y nuestra capacidad de procesar en nuestro pensamiento están bastante debilitadas y, como lógica consecuencia, prevalece lo vulgar, lo pragmático, e incluso, irradia cierto prestigio ante los demás el vivir de prisa en la patología acumulativa del dinero.

Sin embargo, nunca se ha escrito tanto, con tanta brutalidad, con menos emoción, con tanta vulgaridad y con tanta bazofia acumulada, en la que la gran industria editorial se ha apoderado del instinto morboso de la gente para promocionar, distribuir y hacer caja con las biografías de protagonistas del famoseo o famosillos, que en otros momentos de la historia no serían, sino, en el mejor de los casos, personajes desarrapados cervantinos.

Pues bien, en medio de este ambiente narrativo que se respira en nuestro país como bálsamo, para reemplazar otras carencias y seguir contentando al ego, contando de mala manera aspectos íntimos de la sexualidad propia, de la hermana o del primero que pasa por la calle; que no tienen, por otro lado, nada de extraordinarios, parece ser que es la lectura que más atrae a la inmensa mayoría del público, o al menos los libros que gozan de más éxito en nuestro país.

Claro que, como quiera que están impresos en papel de muy buena calidad y con unas pastas muy fuertes, parece que todo lo que se dice en los mismos es el verdadero modelo de conducta que se debe seguir como ejemplo de modernidad; además, como se expresa con un lenguaje soez y coloquial, ya no nos queda nada que se haya de ignorar o adivinar del famosete. La intención al escribir, según cuentan, es realizar pedagogía de la normalidad en la anormalidad, que no en lo diferente como debiera ser.

En cualquier caso, los que consumen este tipo de lectura no crean los autores que son tan leídos; pues, teniendo suerte, puede que el público lector se recree en algún párrafo escabroso de la vida del susodicho o susodicha o, en el peor de los casos, en alguna descripción en primera persona de las miradas, del que el mismo autor o autora, eran objeto en una playa nudista, recién autorizada por el concejal del cultura, cuyo nombre también aparece, para ofrecer mayor verosimilitud a la biografía.

En este ambiente cultural en el que los autobiógrafos ensalzan en interminables parágrafos los sutiles calzoncillos de Kalvin Klein o los tangas de Victoria Secret, que atosigan a las pocas miradas pudorosas que quedan (la de algún transeúnte despistado), pretende hacer la Reforma Educativa el SR Wert.

Si además sus soluciones pasan por aumentar la ratio de alumnos en la escuela, el mirar para otro lado cuando nuestros licenciados universitarios se ven obligados a emigrar y triunfan en Alemania y E.E.U.U. o en cualquier lugar del mundo, y nos quedamos con mano de obra mal cualificada, el panorama científico y cultural que nos pinta el Sr. Ministro no puede ser más desolador.


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martes, 13 de noviembre de 2012 | Por: Pedro López Ávila

EL SINDICALISMO EN ESPAÑA


Albert Sesma - Medalla de Honor en el Concurso Nacional
de Pinturade Villaviciosa, Cantabria, 2012 - www.galeriadeartelazubia.com

Mañana (14 de noviembre), los españoles estamos citados por las grandes organizaciones sindicales para manifestar nuestra protesta en contra de las medidas del gobierno a la "huelga general" en todo el territorio nacional.

Muy pronto comenzaran los medios de comunicación a ofrecernos estadísticas disparatadas de unos y otros en cuanto al seguimiento que ha tenido la misma en los distintos servicios de la administración o sectores productivos de nuestra sociedad.

Quiero recordar en otro tiempo (hace muchos años) que cuando ejercíamos nuestro derecho de huelga a veces nos encontrábamos unos cuantos locos del cráneo en una lucha, que en las más de la veces fue productiva, en cuanto a mejoras salariales y en las condiciones laborales, pero siempre nos quedaba un amargo regusto cuando observábamos que aquellos que no se habían sumado a las protestas y, por tanto, no se les descontaba de su nómina los días no trabajados recibían encantados las mismas mejoras que los que habíamos arriesgado el sueldo diario.

Desde entonces, las estructuras sindicales han variado muy poco, por no decir nada y los sindicatos siguen los mismos modelos que hace décadas y han aprendido muy poco del organigrama sindical que tienen otros países europeos, en cuanto al sostenimiento de una huelga en el tiempo. Así sea un día, una semana o un mes arriesga lo mismo en España el que decide ir a la huelga, como el que se queda impasible a que los demás sean los que les saquen las castañas del fuego, y no digamos ya, en cuanto a que sean los propios sindicatos los que se hagan cargo del dinero no percibido por los trabajadores para la defensa legítima del sustento de estos últimos.

Nunca han estado los sindicatos tan denostados en nuestra sociedad, por las continuas contradicciones que se producen en su propio seno, por haberse convertido en otros elementos burocráticos más del sistema y por no aprovechar los recursos que les ofrece el mismo Estado, del que dependen fundamentalmente en su aspecto económico.

A nadie se le escapa, a estas alturas de la película, que tanto las organizaciones empresariales cuanto los sindicatos están subvencionados y, por ende, la independencia tanto de unos como de otros está secuestrada, pues en la medida que no haya independencia, España no será independiente.

Circula por Internet la publicación en BOE (nº 240 de 5 de octubre), el convenio colectivo de personal asalariado del servicio de la Comisión Ejecutiva Confederal de C.C. O.O. de 5 de octubre, la tabla salarial de algunos de sus empleados, según puesto de trabajo, en la que se observa la subida y revisión salarial para este año y los dos siguientes, así como la adjudicación de tres pagas extraordinarias, en la que se puede comprobar que los que menos sueldo tienen de los citados trabajadores es 1400 euros y los que más 3400 euros.

Pues bien, aun sabiendas de que nado a contracorriente, a mi no me parece mal que personas que emplean su vida en el noble ejercicio de defender, teóricamente, a los sectores más débiles de la sociedad, tengan una remuneración acorde con la dignidad del enorme esfuerzo que significa el estar siempre en lucha contra la injusticia y la intolerancia humana y máxime cuando la inmensa mayoría de militantes no cobran absolutamente nada.

Ahora bien, desde el momento en que las subvenciones a los sindicatos en cursos de formación y otras actividades que les han llovido en forma de millones de euros no hayan servido para crear un fondo que garantizara el pago a los trabajadores que decidieran ir a la huelga, sin el miedo de que día no trabajado es día sin remuneración alguna, tenemos que pensar que la estructura sindical está muy tocada y poco modernizada.

Uno no acaba de entender qué objetivos se consigue con la huelga de un solo día en educación, por ejemplo; como tampoco entiendo que al pequeño y mediano comerciante se le prive, ante el miedo de los piquetes informativos, a que no obtenga su ganancia diaria, después de de la descomunal caída del consumo que estamos sufriendo, como tampoco entiendo que no se deba de pregonar que "se compran las camas y los hierros viejos".

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