martes, 18 de diciembre de 2012 | Por: Pedro López Ávila

EL FIN DEL MUNDO EN NAVIDAD


FRANCISCO TRIGUEROS www.galeriadeartelazubia.com

Bueno, parece que llega la Navidad, por mucho que se empeñen otros en meternos el miedo en el cuerpo con cosechas extrañas a nuestra cultura y creencias, que tienen tufillos extraños, de que el día 21 se nos va a "apagar la luz". Otro gran disparate que suena más al medievo que a la modernidad.

Esto no es sino un síntoma más de la poca evolución espiritual que ha tenido el hombre al transcurso de la historia, pero no se preocupen que vamos a celebrar la Navidad (excepto al que le dé un jamacuco y quede pajarico), Eso sí, con los recortes pertinentes y sin paga extraordinaria para muchos.

El mismo argumento científico tiene el que sostenga que el día 21 será el final de una era o el fin del mundo, que el que diga que los burros son alados y que por consiguiente vuelan.

Pero, abundando más en la cuestión, me parece que a todos aquellos que sujetan en un pensamiento cristiano su existencia es para darles una patada en las espinillas o en trasero, al aceptar temerosos la puntualidad de las fechas que nos dan otras civilizaciones del final del hombre en la tierra, sin tener en cuenta la frase de Cristo que no pudo ser más taxativa "velad, pues porque no sabéis ni el día ni la hora"; sin embargo, viven más acongojados a la espera del día 21 que ilusionados al día 22, que es, según marca nuestra tradición, donde un gran número de españoles tienen depositadas sus esperanzas, quizá este año más que nunca, para que la fortuna les arreglen las averías que les han originado otros.

De cualquier manera, lo que menos me importa es entrar en disquisiciones teológicas e interpretativas de cada religión o cultura, ni en cuestiones científicas, porque sería tan ridículo hablar de lo que desconozco como el creerme y digerir lo que quieran echarme determinadas grupos, que parecen muy interesados en reproducirnos un pensamiento de catastrofismo y de hecatombe, precisamente en estos duros momentos por los que atraviesa una gran parte de la humanidad.

Pero a lo que iba, como ya verán ustedes el día 21 pasará, como suelen pasar los días, los meses, los años y los siglos, y no es arriesgado vaticinar que se acercan tiempos difíciles, como tampoco es aventurado pensar que la pobreza se instalará de forma endémica en gran parte de la humanidad, visto como el poder político, profundamente denostado, siempre llega a remolque de los grupos de poder económicos, perfectamente estructurados en sus objetivos posesivos en la acumulación de la riqueza.

Y llegará La Navidad como la fiesta más arraigada en el mundo cristiano occidental, con su profundo carácter simbólico, que va más allá de un sistema productivo, que va más allá de adorar a un santo en su pedestal y que va más allá de tener el gaznate alargado como el cuello de una grulla para saborear más cuanto se come y se bebe.

La Navidad es un tiempo detenido para ver la luz en la historia, es la que nos recuerda, al menos una vez al año, la deuda contraída con los desposeídos, es, en última instancia, el abrazo universal.

El fin del mundo es otra cosa, es la antítesis de la Navidad.

Compartir:

2 comentarios:

andres rueda dijo...

Aunque a mi la navidades me parecen un belen , mal montao..e hipócrita...
Si me gustaría que en estas se terminara el mundo.. así serian diferentes...jejejej aunque después de conocer a mi segundo nieto , claro.
Felicidades como siempre por tu buen hacer en el ecríto.
abrazos de un pinturero sin más.

Andres

Kitesurf Andalucía dijo...

Buenísimo!! me ha encantado!